lunes, 25 de febrero de 2019

Fuera Eventos importantes de Barcelona

Pablo Casado, el nuevo líder de la derecha, en teoría un renovador que habla de regeneración, demuestra escasa imaginación y mucha semejanza con el viejo PP al predicar la aplicación de un nuevo 155, pero esta vez cargado de dureza y casi permanente, lo que constituye todo un sueño para el separatismo catalán, al que ese "ataque" a sus instituciones les daría pie a desplegar ese victimismo hipócrita que tantos beneficios proporciona siempre a los nacionalistas. 

Hay decenas de políticas mas sutiles y eficaces que el burdo y extremo 155, capaces de colocar al golpismo contra las cuerdas, que deberían ser las que aplique el PP, si alcanza el gobierno, el lugar de repetir los errores del pasado. Mencionemos algunas: 

La primera es estimular la fuga de empresas, que fue el acontecimiento que provocó más pánico al independentismo cuando la situación de tensión alcanzó los niveles máximos, hasta el punto de que cada vez que una empresa grande abandonaba el suelo catalán el independentismo temblaba y se debilitaba en sus entrañas. 

La segunda es apoyar por primera vez y en serio al sector pro español de Cataluña, con apoyos reales de los servicios de inteligencia y de la política oficial, con gestos y subvenciones, potenciándolo y evitando que, como ha ocurrido hasta ahora, se cargue de decepción y despecho al verse abandonado por los gobiernos españoles. 

La tercera es emplear de una vez toda la fuerza del Estado para imponer en el mundo la verdad sobre lo que representa el golpismo catalán, haciendo frente con valentía a la sucia y miserable campaña de descrédito de España lanzada por el nacionalismo con dinero de todos los españoles, cobardemente regalado por el Estado. 

La cuarta es practicar una política obstruccionista a la rebeldía de la Generalitat, retrasándole los dineros, racionándolos, interponiendo obstáculos y haciéndoles entender que España siempre es generosa con sus amigos e implacable con sus enemigos. 

La quinta medida es volcar toda la influencia y fuerza del Estado español en combatir el independentismo en el mundo, haciendo frente a las campañas catalanes que intentan crear una nueva leyenda negra y presentar a España ante el mundo como un país fascista, cruel y antidemocrático. España tiene fuerza suficiente para hacer valer su verdad ante Europa, Estados Unidos y muchos países que, por desconocimiento y por ausencia cobarde del gobierno de España, dan cobijo y amparo a delincuentes como Puigdemont y sus secuaces. 

La sexta consiste en asfixiar legalmente al independentismo, quitándole las ventajas que le otorga la actual ley electoral, gracias a la cual consigue muchos diputados con pocos votos, y, sobre todo, ilegalizando a los partidos que promuevan la ruptura de España, una medida que colocaría a los golpistas fuera de la ley, como ocurre en muchos países democráticos del mundo, entre ellos nuestra vecina Francia. 

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