lunes, 28 de noviembre de 2016

DEMOCRACIA

¿Qué modelo de democracia queremos?

¿Cómo queremos tomar las decisiones entre todos? Hablar sobre el modelo de democracia es hablar sobre cómo nos debemos organizar para tomar decisiones como sociedad. Es importante reflexionar como ciudadanos sobre nuestras responsabilidades como tales.
Se está debatiendo últimamente sobre las bondades de la democracia representativa, sea cual sea la forma de elección de nuestros representantes, frente a lo que podríamos denominar democracia asamblearia, que podríamos visualizar de alguna forma en los movimientos 15M, Podemos,  el PSOE de Sánchez, y similares. Pero este debate me parece un falso debate. En mi opinión sólo existe esa denominada democracia asamblearia en dónde puede ser posible: en núcleos pequeños de población y aún así de difícil gobierno, recordemos por un momento las terribles reuniones de nuestra comunidad de vecinos. Todo esto se complica en el momento que lo ampliamos al “barrio” y no digamos nada a nuestro pueblo, por pequeño que éste sea. Esta denominada “democracia asamblearia” tiene multitud de deficiencias, y facilita el triunfo, por poner algunos ejemplos, a los que mejor hablen, a los que más “fuerza” pongan en sus argumentos y gestos,  a  los que más tiempo tengan para aguantar en los debates cansando a sus contrincantes,  formas de ganar una asamblea aun careciendo de razón o siendo la opción mala, pero quiebra, sobre todo, por la imposibilidad física de reunir, de forma continua, a un amplio número de personas para el debate y toma de decisiones.
Desde luego el actual ejercicio de la democracia representativa no es óptimo desde ningún punto de vista que apliquemos para su análisis y evaluación. Nuestros representantes se presentan ante nosotros encubiertos en unas siglas, que pueden abandonar en cualquier momento sin consecuencias, con un paraguas de pretendido programa de acción para realizar en el periodo para el que son elegidos, pero cuyo incumplimiento no tiene ninguna consecuencia para el incumplidor, salvo que la memoria y el análisis de los electores lleve a estos a modificar su elección en el siguiente proceso electoral. Nuestros representantes utilizan el “he sido elegido por N votantes” o “ya lo ponía en el programa electoral”, curiosamente esto último se agita cuando se realizan acciones que no son compartidas por la comunidad sobre la que se aplica (téngase en cuenta que en estos casos o bien no estaba claramente expuesto lo que se hace en la forma en que se hace, o es de los pocos compromisos de ese “contrato” electoral, que representaría el programa electoral, que se pretenden cumplir, pongo como ejemplo de ambas cosas la reforma de la Ley del aborto)
En el mejor de los casos nuestros gobernantes/representantes aplican seudoprocesos de participación, con reuniones absolutamente controladas y muchas veces con asociaciones o colectivos domesticados de diferentes formas, en los que se consigue que se dé la razón a lo que se presenta.
Sin considerar que cualquier tiempo pasado fue mejor, que no es un planteamiento vital adecuado, considero que, sin que fuera óptimo tampoco, en el inicio de nuestra democracia se ponían en práctica procesos de participación ciudadana que se han ido diluyendo en el camino. Algunos de estos procesos venían y vienen regulados en las diferentes leyes, (por ejemplo en los procesos de aprobación de los diferentes niveles de la planificación urbanística), pero incluso en estos procesos reglados se ha ido disminuyendo su aplicación cayendo en lo mínimo estrictamente establecido. Hubo procesos de información y debate con los que se acometieron las modificaciones de los planes urbanísticos por parte de los primeros ayuntamientos democráticos, con exposiciones públicas y reuniones con vecinos y colectivos para escuchar sus necesidades y sus alternativas para incorporarse a ese nuevo planeamiento. Actualmente se limitan, como dice la Ley, a publicarse en el correspondiente boletín oficial (que como todo el mundo sabe leemos todos con total delectación todos los días) abriendo el plazo para que los ciudadanos pongamos por escrito y presentemos en el correspondiente registro administrativo las alegaciones que consideremos, de la misma forma para las actuaciones sobre los barrios y demás. Se diría, pues que el ciudadano molesta en la conformación de la decisiones que más le afectan.
Por lo anterior considero que lo óptimo para nuestro sistema es avanzar en la DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, donde se elijan a nuestros representantes para que, con periodicidad frecuente, informen a los ciudadanos y vecinos de las actuaciones que están desarrollando y dejando que entre todos decidamos una parte de los presupuestos que se van a ejecutar. Existen ejemplos de la eficacia de los presupuestos participativos, donde aquellas decisiones con una cierta carga sobre los ciudadanos son informadas y consultada con nosotros los representados. Todo esto hace obligada una forma de actuación menos “impulsiva/compulsiva” y que, necesariamente, aquello que un político o gestor de lo público se proponga realizar, esté suficientemente pensado, consensuado y argumentado.
Este es el camino, el único posible, avanzar hacia la participación de todos en nuestro propio gobierno. Si queremos mantener un sistema democrático de gobierno r no basta la legitimación de  la elección en unas votaciones, sino que el fomento de una alta participación ciudadana es vital para que esté legitimado tanto el sistema, como los elegidos como representantes/gobernantes. Habría que hacer un esfuerzo de imaginación y de creatividad para generar procesos que permitieran conjugar un gobierno ágil en la toma de decisiones, con la necesidad de testar, con los destinatarios, la validez de aquellas decisiones más importantes, o que más puedieran afectar a los ciudadanos. Este reto entraña grandes dificultades especialmente en aquellos casos que pudieran  tener que ver con la implantación de servicios o dotaciones necesarios para el conjunto de la ciudad y de la població, pero con una carga negativa determinada para los vecinos del entorno concreto, por lo que habría  que consensuar las debidas compensaciones.
También hay que señalar que este modelo comporta una carga continuada de participación y de involucrarse en los procesos, no es admisible la no participación y actuar con “arranques” repentinos. Nosotros los ciudadanos debemos empezar a darnos cuenta que la salud democrática de nuestros pueblos e instituciones también es nuestra responsabilidad. Debemos concienciarnos sobre nuestra función, porque somos, al fin, el verdadero soberano.

sábado, 26 de noviembre de 2016

QUE ES PODEMOS?

Ayer dije que Podemos y LCR (Liga Comunista Revolucionaria) eran la misma cosa. Hoy quiero hablar de las

Razones del éxito de Podemos

En primer lugar, de no existir un caldo de cultivo propicio, no habría podido eclosionar: el campo estaba sembrado. La tremenda crisis económica; una corrupción muy extendida y que en el caso de los partidos políticos del sistema ha evidenciado dramáticamente su degeneración en contraste con el estado de necesidad de millones de españoles; la crisis de legitimidad de las instituciones públicas más relevantes; la desarticulación territorial del Estado español; la ofensiva nacionalista y separatista. Todo ello exigía una respuesta intelectual y activista que no se vislumbraba… hasta que llegó PODEMOS.
Integrado por politólogos, más que procedentes de otras disciplinas, han configurado un equipo de trabajo pequeño, cohesionado, entregado a la causa, con múltiples conexiones sociales. Pero, en contra de lo que afirman, hay que señalar que cuentan con experiencias políticas previas. Efectivamente, en su mayoría no son concejales o parlamentarios. Pero llevan años trabajando en otros ámbitos sociales e intelectuales; y recordemos que, conforme al tan mencionado dogma izquierdista, “todo es política”.
Tercer factor. El empleo de un lenguaje actual, sencillo, cercano, comprensible, demagógico incluso, que bien empleado –y pensado más que nada para su difusión por las redes sociales- ha impactado eficazmente entre sectores juveniles y de afectados por la crisis; además de estratos del funcionariado y de la clase media universitaria. Han sustituido algunas de sus expresiones clásicas: lucha de clases, por temor de la mayoría a los poderosos; tampoco quieren eliminar a la burguesía, pues aspiran a consumir y vivir como burgueses. Ni se remiten a la Rusia soviética o a la China de Mao; lo más, al socialismo bolivariano a aplicar en Europa (¿qué es eso?). Nuevos lemas, viejos rencores. Círculos, en lugar de soviets. Democracia, en lugar de dictadura del proletariado.
Ciertamente, este programa populista, en situaciones “normales”, no gozaría de ninguna relevancia, pero concurre otra circunstancia: la ausencia generalizada de un sentido crítico ante la realidad; además de una falta de cultura política. Es sorprendente, creo, que los universitarios, tan críticos ellos con la familia, la Iglesia, el Estado, y cualquier forma de autoridad, no sean capaces de someter al tamiz de la crítica un programa tan simplista, inoperante y demagógico. Acaso este fenómeno sea paralelo a que muchos sean capaces de “comerse” sin rechistar siquiera, las pastillas de colorines y dibujitos que les ofrecen en un aparcamiento, cercano a “botellón” o en los baños de una discoteca, bajo la promesa de que “te pondrán bien”, “disfrutarás más del sexo”, etc. A saber qué basuras “se meten” de manera tan irresponsable e irracional. Existe, pues, un problema educativo gravísimo de alcance antropológico. Otro fracaso del sistema actual; que desde PODEMOS presentan como “las grietas de la pared del régimen actual” (¿no les recuerda a las tan mencionadas en los años de la Transición “contradicciones del sistema”?).
 Cuarto y decisivo factor: acceso a los medios de comunicación de masas. Afirman que apenas han gastado 300.000 euros en la campaña: no es correcto. Si se tradujera en dinero efectivo los espacios que han disfrutado en Cuatro y La Sexta, nunca habrían podido abordar semejante desembolso. Y de no ser por Jesús Cintora, además de los jerarcas mediáticos que les dieron cancha en sus televisiones, no encontraríamos a PODEMOS hasta en la sopa. Habiendo experimentado en Hispan TV (la televisión iraní en la que no consta que Pablo Iglesias destacara por su oposición a la obligatoriedad del velo de las mujeres, la mutilación genital o la libertad religiosa de los no musulmanes) y en el programa La Tuerka (de Público TV, el diario que fundara Jaume Roures), se han servido de amistades y simpatías para hacerse un hueco y convertirse en polemistas de referencia: no tanto por méritos propios, como por la ausencia de otro pensamiento intelectual consistente alternativo en la etapa de crisis que vivimos.
Si en los años 20 y 30 del siglo pasado, intelectuales como Ortega fueron la referencia moral de millones de españoles, los de PODEMOS han ocupado el vacío existente hoy. No había alternativa: se han erigido audazmente en tal (en un “momento leninista”, que diría el “modesto portavoz” Pablo Iglesias) y han cumplido sobradamente con su papel; conscientes de su relevancia conforme al esquema gramsciano (Antonio Gramsci fué un filósofo marxista  que trataba de  explicar cómo una sociedad aparentemente libre y culturalmente diversa es en realidad dominada por una de sus clases sociales).
No es cierto que sean “nuevos” en política. Ni es cierto que impulsen un proceso “abierto”. Tampoco lo es que únicamente hayan empleado 300.000 euros en su financiación: es un simplismo, pues se han servido de otros recursos de altísimo valor mediático y social. Trato de concluir el presente texto con un pequeño resumen de lo que constituye la naturaleza de PODEMOS. Se trata de un movimiento socio-político nominalmente asambleario y abierto, dirigido por un equipo de voluntad leninista y educación gramsciana, de raíces trotskistas y alimentado por el pensamiento post-marxista (inclusive, la ideología de género), que pretende un cambio revolucionario en España que salve las conquistas individualistas de carácter burgués, con la pretensión última de la sustitución del capitalismo por una indeterminada democracia socialista de nuevo cuño, en el marco del universalismo antiglobalizador.

martes, 15 de noviembre de 2016

MENTIRAS CATALANAS

Mentiras de los independentistas catalanes

Ni España roba a Cataluña ni la independencia resolvería los problemas de los catalanes. Todo lo contrario: La secesión probablemente es el más absurdo y gratuitamente destructivo empeño político, económico y social de la historia de Cataluña.  Hagamos unas preguntas y contestémoslas:

1. ¿Se puede hablar con razón de una historia de «España contra Cataluña»?

No, en absoluto. Ni en 1714 ni en los trescientos años transcurridos desde entonces. Si la política democrática consistiera en esgrimir agravios históricos probablemente los pueblos europeos, y con ellos el español, nunca hubiéramos logrado superar nuestras diferencias de forma pacífica.

2. ¿La Transición fue querida por los catalanes?

Sí, sin duda. La Transición española fue también una transición muy catalana. Los catalanes tenían una clara conciencia de que no había habido una guerra civil de Cataluña contra España, sino una guerra civil de todos los españoles, también de unos catalanes contra otros catalanes.

3. ¿La Constitución y el Estatuto de 1979 fueron queridos por los catalanes?

Rotundamente sí. La Constitución española es también la Constitución de los catalanes, que la celebraron masivamente. Lo es sea cual sea su residencia, igual que es la Constitución de los madrileños, los vascos, loa aragoneses o los andaluces que viven y trabajan en Cataluña. Dos de los siete ponentes constitucionales eran catalanes y muchos diputados y senadores catalanes hicieron aportaciones destacadas a la Constitución.

4. ¿La Sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de 2006 impide que los catalanes tengan un estatus satisfactorio dentro del marco constitucional español?

Obviamente no. Ciertamente eso se repite todos los días en declaraciones y documentos, hasta el punto de que esa es la creencia general de muchos ciudadanos catalanes, pero no es verdad. Es una lamentable excusa, porque el Estatuto era inconstitucional en numerosos e importantes aspectos y el Tribunal Constitucional no tuvo más remedio que declararlo así.

5. ¿Puede hablarse en algún sentido de falta de representación de los catalanes en el proceso constituyente o en las instituciones del Estado?

No, esa afirmación carece de fundamento. Desde 1977 hasta hoy el número de diputados en el Congreso elegidos en Cataluña ha sido de más de 500. Los diputados elegidos en Madrid han sido más de 400. Algo parecido puede decirse del Senado. Desde ese punto de vista, la Constitución y las leyes que se han hecho en el Congreso de los Diputados para toda España han sido, si se permite la expresión, mucho más catalanas que madrileñas.

6. ¿Existe un derecho a decidir al margen de la Constitución y el Derecho?

No. Ni en España ni en ninguna otra democracia. La Constitución y las leyes son precisamente las que aseguran el derecho a decidir sobre los asuntos políticos que nos afectan, como se viene haciendo con absoluta transparencia y naturalidad en las elecciones locales, autonómicas, europeas y generales, entre otros procedimientos, incluido el referéndum en los términos fijados en la Constitución.

7. ¿Es aplicable a Cataluña el llamado derecho de autodeterminación?

No, no lo es. Se trata de un derecho limitado a procesos de descolonización y regímenes no democráticos y que no respetan el Estado de Derecho, sujeto a condiciones enumeradas por la ONU que no tienen nada que ver con lo que sucede en Cataluña ni en ninguna otra parte de España.

8. ¿Es legal convocar una consulta con unas preguntas como las anunciadas en Cataluña para el 9 de noviembre de 2014?

Rotundamente no. Ni la Generalitat de Cataluña ni ninguna otra institución española pueden plantear un referéndum con semejante contenido. Cuando se apela al derecho a decidir, como ocurría en la Ley del Parlamento Vasco y ahora en Cataluña, el Tribunal observa que ese derecho presupondría la existencia de un sujeto (pueblo vasco, pueblo catalán) equivalente al sujeto titular de la soberanía que es el pueblo español. Pero ni cabe otro soberano, ni el derecho a decidir deja de afectar al conjunto de los ciudadanos.

9. ¿Puede el Estado convocar la consulta o delegar la convocatoria de la misma en la Generalitat, tal y como ha acordado el Parlamento de Cataluña?

No cabe que ninguna institución, ni siquiera el Gobierno del Estado, convoque un referéndum de secesión. Como tampoco cabe que el Gobierno delegue en la Generalitat la competencia para convocar una consulta de esta naturaleza, y menos aún para convocar un referéndum con unas preguntas anunciadas por los propios interesados, que ya se conoce que son inequívocamente inconstitucionales.

10. ¿Existe algún otro cauce legal para una consulta de secesión en Cataluña sin modificar la Constitución?

No. No existe ningún otro cauce legal para una consulta de secesión en Cataluña sin modificar la Constitución. Si la Constitución no se puede reformar fácilmente es porque de ese modo se garantiza que el acuerdo de todos no se puede cambiar entre unos cuantos, y esto es algo que beneficia a los partidos pequeños, no al revés, como en ocasiones se afirma.

11. ¿España ha robado en el pasado a Cataluña?

No. Desde el siglo XVIII se constata un intenso proceso de modernización de la sociedad catalana, uno de cuyos indicadores más claros es el aumento de su población. ( Gracias a estas políticas proteccionistas y no de libre competencia, Barcelona pudo convertirse en una gran ciudad comercial e industrial, como núcleo de una Cataluña próspera.

12. ¿España roba ahora a Cataluña?

Por supuesto que no. El secesionismo afirma que existe un presunto maltrato fiscal que padecen los ciudadanos catalanes en el actual modelo de Estado y que por ello es urgente alterar el sistema de financiación de Cataluña, como primera etapa, y avanzar luego por la senda de la ruptura como un empeño ineludible tras tantos años de injusticia. Pero eso no es más que un mito, algo que a fuerza de ser repetido puede llegar a parecer verdadero, pero no lo es. Es, simplemente, la propaganda que algunos partidos catalanes han alimentado para activar uno de los factores más peligrosos del populismo nacionalista: el sentimiento de pertenencia a una comunidad que es agredida desde el exterior y cuya identidad está siendo puesta en peligro.

13. ¿Cuál sería la moneda de una Cataluña fuera de España?

Una Cataluña fuera de España estaría fuera también de la Unión Europea y, cómo no, de la Unión Económica y Monetaria, es decir, del euro. La deslocalización de instituciones financieras, los costes de financiación más elevados, la caída de las exportaciones a España y a la UE, y la deslocalización de empresas no financieras son algunos de los efectos que se seguirían naturalmente del mantenimiento del “euro catalán” como moneda de una Cataluña escindida.

14. ¿Sería más rica una Cataluña fuera de España?

No, al contrario. Su situación económica cambiaría muchísimo y para mal. Además de perder el euro, si Cataluña se encontrase fuera de la Unión Europea se vería separada de sus vecinos, España y Francia, y del resto de socios europeos por el Arancel Exterior de la Unión; la legislación de la Unión dejaría de aplicarse en Cataluña, y también se vería privada de los Fondos de la Política Agrícola Común y de los demás fondos que a lo largo de su historia Europa ha creado para paliar los efectos de la crisis en países que han estado seriamente afectados por ella o para favorecer el desarrollo regional de algunos de ellos.

15. ¿Cuáles serían los datos económicos de una Cataluña escindida?

Dado que el peso del comercio con el resto de España es decisivo en el conjunto de la actividad económica de Cataluña (aproximadamente 10.000 millones de euros de exportaciones de Cataluña a Francia, frente a 62.000 al resto de España), los efectos de la secesión serían devastadores. Como media, un tercio del empleo en Cataluña depende directamente de las exportaciones al resto de España, y en sectores como la agricultura, ganadería y pesca, industria y construcción ese porcentaje alcanza alrededor del 50%.

16. ¿Seguiría Cataluña en la Unión Europea?

No. Ni seguiría ni probablemente entraría fácilmente, puesto que eso exige el acuerdo de todos sus miembros y el cumplimiento de unos requisitos que el secesionismo rechaza de plano.  El Consejo Europeo no admitiría jamás que un hipotético representante catalán invocara un hecho diferencial o un derecho a decidir, o un derecho a la estatalidad y a la asimetría para oponerse a una norma europea.

17. ¿Seguiría Cataluña en la OTAN?

No, no seguiría en la OTAN, por razón equivalente a la anterior. Su portavoz recientemente ha dejado claro que si una parte del territorio nacional de un país se secesiona, tendría que renegociar su entrada: “Para que cualquier nación se incorpore a la Alianza necesitaría obtener el consenso de todos los aliados de la OTAN”.

18. ¿Seguiría Cataluña en la ONU?

No seguiría en la ONU, tendría que solicitar su ingreso.  Es improbable que países determinantes como Rusia, Estados Unidos, Francia o China aceptaran prestar su apoyo a la secesión contra un Estado democrático, por razones de principio y por razones de orden político interno.

19. ¿Qué tratados internacionales tendría que negociar Cataluña si se produjera la secesión?

El principio es que España sin Cataluña seguiría siendo parte de todas las instituciones de las que ahora lo es –aunque no necesariamente en las mismas condiciones; por ejemplo, en la Unión Europea habría que renegociar el peso en el Consejo, el número de europarlamentarios, etc.– y que Cataluña no lo sería de ninguna hasta que lograra negociar su ingreso como un nuevo miembro. Todos los tratados afectados tendrían que ser negociados.

20. ¿En conjunto, cuál sería el resultado de la secesión para Cataluña?

El resultado de la secesión es claro desde el punto de vista jurídico, político, económico, social e internacional: debilidad institucional, empobrecimiento severo y aislamiento internacional. Pese a que el secesionismo se esfuerza en ocultar esta realidad a la sociedad catalana, lo cierto que es que los procesos secesionistas conducen a esas consecuencias, y Cataluña no tiene por qué ser una excepción.

lunes, 14 de noviembre de 2016

LA ESPAÑA QUE HICIMOS

Divorciado. Mi amigo Paco –lo llamaremos Paco para no complicarle más la vida– es divorciado desde hace tiempo, de ésos a los que la mujer, un día y como si no viniera a cuento, aunque siempre viene, le dijo: «Ahí te quedas, gilipollas, porque me tienes harta», y se largó de casa. Al principio, como tienen un hijo de ocho años, la cosa funcionó en plan amistoso, pensión de mutuo acuerdo y demás, tú a Boston y yo a California. Pero la ex legítima, cuenta Paco, se juntó con unas cuantas amigas también divorciadas que empezaron a crear ambiente. Cómo dejas que ese hijoputa se vaya de rositas, sácale los tuétanos, y cosas así. Lo normal. Además, una de las compis era abogada, así que Paco lo tenía claro. Su ex lo pensó mejor, se le puso flamenca, y al año de separarse le había quitado la casa, el coche, el perro, las tres cuartas partes del sueldo y la custodia del niño. «Y no me quitó la moto -dice Paco-, porque me arrastré como un gusano, suplicando que me la dejara».
Desde entonces, un día a la semana, mi amigo va a recoger a su hijo al cole. En Madrid. Se trata, me cuenta, de uno de esos colegios pijoprogres de barrio ídem, por Chamberí, con papis modernos y enrollados –«como lo era yo, te lo juro, hasta que esa zorra me dio por saco», matiza Paco–, donde a las criaturas se les quita horas de Lengua, de Historia y de Ciencias para darles Valores y Buen Rollito, Estabilidad Emocional, Dinámica de Grupo, Gramática de Género y Génera, Convivencia de Civilizaciones, Acogida a Refugiados y otras materias de vital importancia.
Paco tiene mala imagen en el cole de su hijo. Seguramente se debe a que el curso pasado, en la fiesta de Halloween, o de Acción de Gracias, o del Ramadán, una de ésas –Navidad o Reyes no eran, seguro, pues no se celebran para no ofender a los padres y niños no creyentes–, donde el asunto para disfrazar a los niños eran los piratas del Caribe, a Paco se le ocurrió vestir a su hijo, que le tocaba en casa ese día, con un parche en el ojo y una espada de plástico. Y cuando la profesora vio llegar al niño de la mano de su padre, lo primero que hizo fue quitarle el parche y la espada. El parche, dijo indignada, porque podía herir la sensibilidad de las personas con alguna minusvalía de visión ocular; y la espada de plástico, porque en ese colegio las armas estaban prohibidas. Y cuando Paco argumentó que los piratas llevaban armas para sus abordajes y masacres, la profe zanjó el asunto con un seco: «También había piratas buenos».
Pero la peor fama de Paco en el colegio de su hijo, piratas y parche aparte, viene de la cosa alimentaria: la merienda. No hay una sola madre con hijo allí que no sea una talibán de la alimentación sana; y como el gran enemigo de las madres progres son la harina refinada y las bebidas carbonatadas, cuando acuden a buscar a los niños todas van provistas de fruta ultrasana, zumo de papaya virgen, pan de pipas, pan integral con levadura madre enriquecida con semillas, jamón york ecológico, queso de leche de soja o tortilla de huevos de gallinas salvajes que viven en libertad, igualdad y fraternidad. Los carbohidratos, naturalmente, sólo se consienten en los cumpleaños; y según cuenta Paco, basta pronunciar la palabra Nocilla para ganarte una oleada de miradas asesinas. Al principio, dice, esperaba a su hijo en la puerta del cole con la moto y un donut o un bollicao. «Y como los otros críos miraban al mío con envidia, no puedes imaginarte el odio con el que me trataban algunas madres. Como si fuera un terrorista. Hasta dejaron de invitar a mi hijo a los cumpleaños y fiestas de pijamas». Alguna, incluso, hasta se ha chivado a la del niño: «Deberías vigilar lo que le da de comer tu ex marido».
Así que, en los últimos tiempos, Paco y su vástago han pasado a la clandestinidad en cuestión de meriendas, utilizando entre ellos una jerga en código que los protege de la Gestapo materno-escolar. Cuando el enano sale de clase con los compañeros, ya está adiestrado para preguntar a su padre cosas como «¿Qué hay de lo que tú sabes?», a lo que Paco responde, tras mirar prudente a un lado y a otro: «Tranqui colega, ahora te lo paso». Entonces el zagal le guiña un ojo y pregunta, susurrando esperanzado: «¿Foskito?». Pero Paco mueve la cabeza: «Hoy toca zoológico», responde. Y mientras suben a la moto, clandestinamente, ocultándolo bajo el anorak de su hijo, le pasa la pantera rosa o el tigretón.

sábado, 12 de noviembre de 2016

CRISTIANISMO Y COMUNISMO

ALGUNAS EXPLICACIONES SOBRE COMUNISMO Y CRISTIANISMO.

Cualquier frase suelta, desprovista de contexto puede llegar a ser un gran disparate. Por eso es mejor no dar pié a esas situaciones, sobre todo cuando se ocupan ciertas posiciones públicas. Sin embargo, lo dicho por el Papa Francisco sobre el comunismo y el cristianismo tiene su explicación, y el error es no darla convenientemente.

Intentando simplificar y agrupar las cosas en enunciados lo más breves posibles, la cuestión es más o menos la siguiente:

1.- La cosmovisión cristiana es ANTERIOR a la comunista. Esto es una obviedad como un templo, luego desde este punto de vista es clarísimo quién se ha inspirado en quién.

2.- La cuestión a la que se hace referencia no es la relativa a la existencia o no de un Dios. También es obvio que el cristianismo la afirma y el comunismo la niega, luego este no es precisamente el punto de contacto.

3.- Tampoco son similares sus concepciones del hombre. Mencionaré la más básica y fundamental: para el cristianismo, el hombre es una criatura de Dios que le dió la espalda en el origen de los tiempos, por lo que ya desde su nacimiento está manchada por el pecado, mientras que para el comunismo es dogma de fe el precepto rouseauniano de que el hombre es bueno por naturaleza.

4.- Tampoco son similares las concepciones sobre la actividad humana y las sociedades que constituye. Para el cristianismo, la salvación es un proceso individual que depende de la respuesta personal de cada uno, por lo que nada puede reemplazar ni eliminar la libertad individual para dar esa respuesta. Para el comunismo, es un proceso colectivo.

5.- Queda, entonces, por ver en qué punto el comunismo ha tomado del cristianismo algún tipo de modelo, y es en lo relativo a la Historia. El cristianismo considera la historia como un proceso con un comienzo, la creación, y un final, la segunda llegada de Jesucristo. Este es el punto exacto en el que el comunismo mantiene la misma cosmovisión que el cristianismo, pero esta no hay que buscarla en Marx, sino en Hegel, que es de donde la tomó Marx.

6.- Hegel considera la Historia como un proceso lineal en el que se va desplegando el Espíritu, hasta llegar a un "final de la historia" en el que ese Espíritu absoluto se ha desvelado por completo, en una suerte de "fin de los tiempos". Esto se realiza por etapas en las que cada salto se produce mediante la negación de la negación, o la resolución de lucha de contrarios.

7.- Marx toma esta consideración de la historia tal cual, pero la despoja del "espíritu" y la aplica sólo a la materia, entendiendo como material el resultado de la actividad humana sobre la naturaleza que produce recursos para la supervivencia.

8.- A partir de ahí, el comunista cree en los siguientes dogmas:

8.1.- La Historia tiene un principio y un final, y su devenir sigue unas leyes inexorables frente a las cuales los hombres no pueden hacer nada, están obligados por ellas del mismo modo que los objetos caen hacia el suelo obligados por la gravedad terrestre.

8.2.- Estas leyes, que son las de la dialéctica, han sido desveladas por Marx y Engels y se van a cumplir de cualquier forma y en todos los casos. El hombre está determinado por ellas y por tanto la libertad humana no es más que una quimera.

8.3.- El punto de llegada de la historia es la sociedad comunista, la sociedad sin clases, que constituye el final mismo de la historia, en el que habrán desparecido todas las desigualdades, injusticias y conflictos. Será el paraíso en la tierra.

9.- Como es evidente, esta cosmovisión es calcada de la escatología cristiana del final de los tiempos, con la segunda venida de Jesucristo, el fin del mundo, el juicio final, la resurrección de los muertos y la instauración definitiva del reino de los cielos. El comunismo lo único que ha hecho es bajar ese reino de justicia y felicidad del cielo a la tierra.

10. Y a esto, simplemente a esto es a lo que se ha referido el Papa Francisco. Pero en la era de twitter el conocimiento de las cosas ha quedado cancelado y es ya imposible, y por eso ODIO TWITTER, jajajaja

PS: como creo que resultará evidente, las diferencias entre comunismo y cristianismo son irreconciliables.

jueves, 10 de noviembre de 2016

TRUMP

ALGO SOBRE TRUMP

Da la impresión de que en los análisis que se leen desde ayer se utilizan términos y conceptos que ya no son adecuados para explicar las realidades cambiantes a las que asistimos hoy día. Si lo viejos términos de "derechas" e "izquierdas" son por completo inservibles, los nuevos términos que intentan sustituirlos como el "establishment" o "casta", el "populismo" o la "gente" tampoco están siendo demasiado acertados, y mucho menos las mezclas de ambos como puedan ser "populismos de derechas" o "populismos de izquierdas"

El único término que parece dar cuenta de un modo más ajustado de la realidad de lo que sucede es el de GLOBALIZACIÓN. Y debemos distinguir aquí dos niveles: la globalización de la economía mundial, que viene de la mano de la deslocalización de la producción, de los intentos de establecer un libre comercio mundial y de la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y un segundo nivel al que podríamos llamar la globalización cultural. Este segundo nivel es la clave para entender lo que está ocurriendo.

Un mercado global necesita de una ciudadanía global. Pero mientras la economía se ha globalizado por su propia dinámica expansiva interna, la ciudadanía global ha intentado crearse mediante prácticas de ingeniería social que forzaran la aparición de la misma. Y es aquí donde han aparecido las resistencias.

Existe en la agenda política internacional un modelo standard de "ciudadano global", con unas características diseñadas en laboratorio y que se intentan inocular en toda la población mundial mediante la mencionada ingeniería social: el ciudadano global deberá ser multicultural, libre de tradiciones religiosas "antiguas", sensible con el medio ambiente, animalista, pacifista, tolerante, heterohomopolisexual y de género ambivalente, y por supuesto, multinacional o mejor internacionalista. Son las notas distintivas de este modelo standard de ciudadano global que se ha estado intentando crear artificialmente desde hace décadas.

El problema, y no es pequeño en absoluto, es que la instauración artificial, de diseño, prefabricada de este standard que suele asociarse con algo llamado marxismo cultural hoy día choca frontalmente con las identidades preexistentes desde siglos y que se fueron formando a lo largo del tiempo de un modo natural.

Las resistencias a esta globalización cultural se deben, por tanto, a que millones de personas en todo el mundo se han sentido agredidas en su identidad por esta pretensión uniformadora forzada y artificial.

En primer lugar, las grandes tradiciones religiosas. De entre todas ellas, la reacción más fuerte y violenta ha tenido lugar en el Islam, pero no hay que engañarse pensando que sólo ha ocurrido aquí. El intento de imposición de esos ejes vertebradores de la ciudadanía global artificial que se quiere imponer, como el de la ideología de género, ha suscitado reacciones brutales en este entorno.

Por otra parte, están apareciendo resistencias muy fuertes también por el lado de los sentimientos nacionales tradicionales. El mayor exponente hoy día es Putin en Rusia, y en esta línea hay que situar también la victoria de Trump y la existencia de movimientos como el Frente Nacional francés de Le Pen y fenómenos similares en Europa.

Y por último, y como fenómenos residuales hay que situar eso que llaman "populismos de izquierdas", tanto en América como en el ámbito mediterráneo, que son movimientos en contradicción flagrante consigo mismos al posicionarse contra la globalización económica pero a favor de la globalización cultural, lo que los condena a una rápida desaparición.

El problema, por tanto es que existen unas "mayorías naturales" en todo el planeta que se sienten agredidas por los procesos de globalización, tanto económicos como culturales, olvidadas por los poderes públicos, dejadas de lado por los poderes económicos y como remate, insultadas y despreciadas por unos y otros, que se refieren a ellas como los campesinos incultos, sin estudios, viejos, carcas e inmovilistas.

Y son estas mayorías silenciosas las que se han cansado de soportar tanto olvido y tanto insulto, en nombre de la igualdad de género, de la fraternidad universal, del homosexualismo del ecologismo de salón, del animalismo de postureo o de cualquier otro dogma minoritario que se trate de imponer por la fuerza sutil de la ingeniería social.

Este y no otro es el fenómeno al que estamos asistiendo: personas que han crecido en valores tradicionales, que han formado una familia y que trabajan para sacarla adelante y se sienten parte de una comunidad nacional histórica muy definida y que no tienen ninguna otra pretensión más, han sido de tal modo agredidos en sus identidades que se levantan por todas partes con la única y exclusiva reivindicación de que les dejen en paz. Por añadidura, ese ciudadanito global de diseño que se ve proliferar por todas partes les resulta cada vez más insoportable, precisamente, por ser de diseño, un simple ser artificial ajeno por completo a si mismo y que se disuelve en la nada al primer soplo.

Y todos los análisis que se distraigan de esto estarán incurriendo en un error de base: hay que abandonar de una vez por todas las prácticas de ingeniería social tendentes a producir "ciudadanos globales" como si de una fábrica de producción en cadena se tratara. Si alguna vez llega a existir una ciudadanía global, debe ser como consecuencia de procesos naturales que tengan lugar en el seno de las sociedades, porque intentar la vía rápida de su producción artificial sólo provoca reacciones defensivas que pueden llegar a ser muy violentas, ya que el nivel de hartazgo está creciendo hasta límites insospechados.

jueves, 3 de noviembre de 2016

ARRIBA LA CORRUPCIÓN,ABAJO LA MEMOCRACIA

QUE VIVA LA CORRUPCIÓN, QUE MUERA LA MEMOCRACIA!!!

No, no me he vuelto loco. Simplemente, estoy bastante cansado de escuchar a políticos diciendo que "la corrupción es el principal problema de nuestro país". Es mentira. Es una manera de hacer ver a la gente que ellos no están "en el ajo", simplemente. Pero el gran problema de nuestro país no es la corrupción (en general), sino:
* La estupidez de los políticos.
* La ambición de los políticos.
* El buenismo de los políticos.
* La inutilidad de los políticos.
* Las mentiras electoralistas de los políticos.

Llegados a este punto, me gustaría diferenciar entre políticos o funcionarios corruptos y políticos o funcionarios ladrones. Los primeros se enriquecen en el ejercicio de su actividad. Se hace una carretera, tanto pa ti, tanto pa mí, y tanto pal partido. Los segundos simplemente roban. Me invento un curso de formación, y todo pa mí y pal partido. Yo me refiero en este artículo a los primeros.

Y, no gustándome ni uno ni otro, que quede claro, prefiero mil veces a un político o funcionario corrupto que a un político memo, o de ambición enfermiza, o buenista hasta el extremo, o mentiroso. Al menos, mientras se enriquece, también genera riqueza. Si se le pone un sobreprecio a un aeropuerto, una draga, una vía de tren, una carretera, un edificio, o un proyecto de investigación, al menos, a los españoles nos queda al final el aeropuerto, la draga, la vía de tren, la carretera, el edificio o el proyecto de investigación. Al menos la corrupción mueve la economía. Y de ello se benefician propietarios, directivos, mandos medios, empleados, proveedores, etc...

Pero no mueve la economía la memez de los políticos. Como la de esos dos concejales asturianos que decidieron hablar en femenino durante toda su legislatura. O la memez de Pablo Iglesias dándose un beso en el hemiciclo con un colega. O Carmena, poniendo a recoger colillas a los niños o proclamando el día sin traje de baño.

Y no mueve la economía el político ambicioso. Por el contrario, al ser capaz de negar lo que es bueno de manera evidente para el país, por el simple hecho de que no proviene de él, puede convertirse en un lastre para la nación. Pedro Sánchez, con su no, no, no y no, y criticando al PP por todo (que digo yo que algo bueno habrán hecho, ¿no?, porque del país que dejó ZP hecho unos zorros al de hoy, algo ha cambiado). Pero esa oposición absoluta, frontal y pertinaz, sinsentido, es simplemente un lastre para el desarrollo.

Y tampoco mueve la economía el buenismo, rayano en la memez. No arregla la violencia radical musulmana el hablar de una "Alianza de civilizaciones", ni reactiva el tratado de Kyoto el decir en la ONU que "la tierra es del viento", ni arregla la situación venezolana el mediar entre los mafiosos y los demócratas de manera equidistante, o considerar a un terrorista como Otegui "un hombre de paz". La estupidez buenista en grado supino la representa, como no, ZP.

Ni añade nada la inutilidad de algunos (muchos) políticos. La falta de currículum, la falta de experiencia laboral fuera del mundo partidista, la bisoñería de algunos, que nunca deberían ocupar puestos clave en nuestro Gobierno. Recuerdo a la Aído (cuya única experiencia fue de becaria en una Caja de Ahorros antes de ser enchufada como Directora de la Agencia Andaluza de Flamenco, de donde saltó a ser ministra nada menos), o Leyre Pajín (cuya mayor aportación a España fue decir la gilimegachorrada de la "confluencia planetaria"). O los mismos ZP y Sánchez, o Iglesias, Errejón y Monedero, que salvo obscuros sueldos de países retrógrados, sólo pueden demostrar experiencia docente, que no es ni de lejos la preparación práctica necesaria para desarrollar una labor de alcance.

Y los mentirosos, a los que el sistema les permite engañar a los votantes, pero que después no les exige el cumplimiento de sus promesas.

No, señores. Nuestro problema no son los corruptos, sino los ladrones, los inútiles, los memos, los buenistas, los bloqueadores enfermizos, y los mentirosos, que conforman este sistema mal llamado Democracia, y que se ajusta más al término MEMOCRACIA. Si un político hace, genera actividad y riqueza, me parece perfecto que gane. Que debría ser una ganancia reglada? Pues claro. Pero mientras el sistema no premie a los políticos y funcionarios buenos, y permita a los inútiles, pues pasa lo que pasa.

Así que, sin llegar al "Muera la inteligencia" que se le atribuye a Millán Astray, mi grito es el de "Viva la corrupción (mientras genere riqueza y actividad), y muera la memocracia"