sangría de votos que el juego sucio está costando.
El automatismo del “no” está en consonancia con las necesidades de supervivencia que el secretario general en la cuerda floja se ha planteado como prioridad, en el artificioso y autoproclamado papel de salvador de patrias asumido con desastrosa vanidad y personalismo que tienen en vilo el destino de una nación.
Sobrevivir a la tormenta perfecta que le engulliría con un golpe de mano postulando a otro candidato en connivencia con la vieja guardia que ve en los excesos autocráticos de Sánchez el riesgo de la fragmentación del partido, es prioritario jugándose su futuro con cantada derrota pero resistencia numantina… a base de perjudicar los intereses de todos. Pero esa vieja guardia juega a dos bandas sin perder la posibilidad del poder usando a Sánchez, manteniéndolo si sale bien la jugada o defenestrándolo si fracasa. Lo que antes les parecía una incoherencia personal de Sánchez se ha convertido en la potencialidad de futuras gestiones en la búsqueda factible de gobernar. Aquí nadie muestra sus cartas y se apuntan, legítima o ilegítimamente, a roer el hueso si hay posibilidad de darle bocado.
La negativa conlleva la intencionalidad de abortar la legitimidad del Partido Popular para gobernar España, tomando posiciones de ventajismo en busca de las oportunidades que pueden presentarse, incluso mediante presión en las calles, para transigir la mayoría y permitir un gobierno de coalición frente populista en la misma línea que siempre han intentado a espaldas de la opinión pública los bolivarianos españoles pactando con los socialistas. Planean, en definitiva, la nefasta broma de una carmenada nacional.
Intención ilegítima que no va a trascender más allá de la voluntad popular que ha expresado sobradamente su reticencia a dejar cuatro años de su vida a un grupúsculo de partidos, en alianza política antinatural, con todos buscando beneficios sectarios y hurgando en la resistencia vital de un país enfermo.
Eso es lo que está en mente de todos los tramposos: desgastar las posibilidades y excusar un gobierno frente populista tras el fracaso de Rajoy para formar gobierno. Abocan a una investidura fallida para quitarle la cartera al cándido e incumplidor Rajoy. Da igual que sean la suma de las minorías. Van a intentar colarla con la connivencia de los barones: al fin y al cabo una colección de corruptos que ha llevado a España a la ruina cada vez que han gobernado. No hay uno solo que no esté pringado de la malsana influencia felipista o zapatera. Se oye cómo se frotan las manos.