Parece que Pedro Sánchez ya lo ha dicho en voz alta, que ya ha decidido dar el paso y que pretende crear una mayoría de gobierno alternativa a la del Partido Popular. Y enemiga del Partido Popular. Quiere impedir nuevas elecciones. Pero ante todo presidir él un gobierno gracias a sus 85 diputados socialistas. Sánchez sabe muy bien que, como no dispone ni de los votos populares ni de los de Ciudadanos, va a tener que recabar los de todas las fuerzas de izquierda, extrema izquierda y separatismo que pueblan el Congreso de los Diputados. Gran parte de ellas, Sánchez lo sabe, son enemigos declarados del Estado y de la Constitución. Unos quieren derribar la monarquía parlamentaria e imponer una tiranía socialista de tipo tercermundista. A la cabeza de estos grupos está Podemos, financiado por regímenes extranjeros para socavar la democracia española. Otros quieren además dinamitar la soberanía nacional y la integridad territorial y crear diversos estados siniestros. España es el único país de Europa que se permite la extravagancia suicida de otorgar legalidad a partidos cuya razón de existir es la destrucción del Estado democrático. Por eso tiene hoy, clara culpa de PP y PSOE, una amplia panoplia de enemigos, alimentados y protegidos por el Estado que quieren destruir. La extrema izquierda, cuajada de odio revanchista, avanza con la educación socialista para la ignorancia, de universidades tóxicas y de medios de comunicación obscenamente militantes. El centro del espectro político se ha movido constantemente a la izquierda. La supuesta derecha actual, el PP, está a la izquierda del centro de hace 35 años. Y en el PSOE se defienden posturas que eran de partidos extremistas, a la izquierda del PCE de la Transición. La defensa de la Constitución con todos sus artículos se ha quedado en la ultraderecha. Y nadie se atreve a ejercerla.
Y ahí está Sánchez. Su tentación es muy lógica. Su discurso no entiende otra prioridad que expulsar al Mal absoluto del templo y eso quiere decir defenestrar al PP de Rajoy. Aunque arda España. Y en eso nadie en su partido le llevó la contraria. Este hombre es un peligroso subproducto de la peste política que con total impunidad, inmensa eficacia y nula resistencia sembró Zapatero por España durante ocho años. Es el más desasistido y mediocre líder que jamás ha tenido el PSOE. Pero ha demostrado ser correoso y duro. Hoy cree poder ser el beneficiario de la polarización total, del desmoronamiento del consenso en valores básicos y voluntad de convivencia habido desde la Transición. Hay muchos culpables. Quien hace cinco años fue elegido para revertir y combatir dicha peste ideológica ha ignorado sus peligros y ha facilitado su expansión como si fuera un objetivo propio. El avance de la hegemonía izquierdista y la erosión de todas las resistencias a la misma hacen en este sentido de la legislatura de Rajoy la tercera de Zapatero. Todo unido hace posible esa inaudita amenaza de que alguien tan irresponsable y ajeno a los criterios europeos de gobierno como Sánchez pueda hacerse con el gobierno. Los barones del socialismo, sus viejas glorias y quienes aún creen en un socialismo democrático europeo pueden quedar impotentes ante el montaje de un Frente Popular por Sánchez. Las terceras elecciones son el mal menor frente a un gobierno Frankenstein que reuniría todo lo que repugnan y rechazan la Europa democrática y la decencia. Pero, cuaje o no, lo cierto es que no hay hoy una opción real de gobierno estable. Y puede no haberla después. Con los mismos líderes estaremos a lo peor en la misma situación. Hasta que cualquier día se nos caiga el Estado encima. Y entonces nos veremos en la calle. Y esta puede arder...
sábado, 24 de septiembre de 2016
viernes, 9 de septiembre de 2016
FARRERAS QUE NO TE ENTERAS
Pero mientras se suceden las negociaciones y se producen eventuales intentos de embestidura, el tertulianismo de mucho progreso anda preocupado por la incapacidad de lasfuerzas del cambio (sic) para ahormar un Gobierno alternativo. La victoria del PP, inapelable por dos veces, no es suficiente para admitir que España no se corresponde con el retrato que hacen a diario de una nación miserable, donde la gente pasa hambre mientras un pequeño grupo de poderosos se enriquece robando a mansalva con ayuda de la Troika.
El caso paradigmático de este cabreo acuciante del periodismo progresista es el del jefe de Informativos de La Sexta, Antonio García Ferreras, cuyos intentos de que las fuerzas progresistas se entiendan caen día tras día en saco roto. A su tertulia política acuden socialistas y podemitas, pero en lugar de comprometerse a expulsar al PP de la vida pública hablan con evasivas de compromisos futuros que nadie parece tener intención de alcanzar. Total, que el director de Al Rojo Vivoestá ídem desde que ha comenzado a detectar que hasta los líderes podemitas le están tomando el pelo, también a él. Al fin y al cabo, la cosa tampoco es tan difícil: se trata únicamente de poner de acuerdo a PSOE, Ciudadanos y otros 44 partidos más. ¿Se puede ser más inútil?
El caso paradigmático de este cabreo acuciante del periodismo progresista es el del jefe de Informativos de La Sexta, Antonio García Ferreras, cuyos intentos de que las fuerzas progresistas se entiendan caen día tras día en saco roto. A su tertulia política acuden socialistas y podemitas, pero en lugar de comprometerse a expulsar al PP de la vida pública hablan con evasivas de compromisos futuros que nadie parece tener intención de alcanzar. Total, que el director de Al Rojo Vivoestá ídem desde que ha comenzado a detectar que hasta los líderes podemitas le están tomando el pelo, también a él. Al fin y al cabo, la cosa tampoco es tan difícil: se trata únicamente de poner de acuerdo a PSOE, Ciudadanos y otros 44 partidos más. ¿Se puede ser más inútil?
martes, 6 de septiembre de 2016
El pacto por la educación
Todo indica que España se encamina a una nueva ley de Educación. Aunque puede que haya perdido la cuenta y me da pereza buscarlo en Wikipedia, creo que será la ley de Educación número ocho, desde la de 1970. La reforma del Gobierno de Mariano Rajoy casi no ha empezado a aplicarse, y ya es papel mojado. Las Comunidades Autónomas y todos los partidos políticos, incluido el PP, la dan por desactivada. Es el segundo desguace de una ley de Educación del PP. Está visto que en España solo puede haber leyes de Educación cuando las aprueba la izquierda. El nuevo señuelo se llama “pacto por la Educación”. Todos los partidos hablan del pacto por la Educación. Todos dicen quererlo. Todos lo señalan como una prioridad del Gobierno que se formará un año de estos. En la democracia española, un pacto por la Educación significa esencialmente que el PP se pliega a lo que la izquierda diga que hay que hacer con la enseñanza. Es curioso que los políticos de todos los partidos hablen tanto del pacto por la Educación y luego, cuando tienen la oportunidad de explicarlo, como en el reciente debate de investidura en el Parlamento, casi ni lo mencionen. El pacto por la Educación es como los programas culturales de televisión: todo el mundo dice echarlos en falta, pero nadie se pierde un capítulo de Hombres, mujeres y viceversa. Cuando los políticos hablan de la necesidad de reformar la escuela, suele ser para politizarla aún más. Dentro de cada diputado o ministro hay un pedagogo, un sindicalista, un innovador, del mismo modo que dentro de cada español hay un seleccionador de fútbol. Rara vez hay un padre o una madre, un maestro, un niño.
Una ley “llave en mano”
Solo hay una cosa más peligrosa que dejar la educación de tus hijos en manos de los políticos, y es dejarla en manos de los pedagogos. La tribu está excitada con el pacto por la Educación. Se ven a sí mismos en la pomada de lo que está por venir. Van a poder meter cuchara. Van a ser importantes. Van tan lanzados, que ya están marcando el terreno.No podremos ya hacer nada.La Izquierda ha vencido.
lunes, 5 de septiembre de 2016
20 puntos para ser un buen progre
Normas básicas para ser un buen rojeras ;)
#1. El rebelde obediente
El progresista cree ser un revolucionario y un opositor al Sistema, sin ser consciente de que los valores progresistas que defiende ya se difunden por los medios de masas, las universidades, todo el sistema educativo, la propaganda estatal, la UE, la ONU, todo tipo de ONGs con subvenciones millonarias…de hecho, en primer lugar esa es la razón por la que él mismo es progresista. Si hubiera nacido en la Alemania nazi sería el primero en alzar el brazo. Si se opone al Sistema, lo hace simplemente para pedirle doble ración del mismo.
#2. Libertad de expresión sí, pero solo para nosotros
El progresista siempre se presentará como defensor a ultranza de la libertad de expresión, sin embargo, solo para los puntos de vista que él considere tolerables y cuando no lo son, entonces pide que sean perseguidos como “delitos de odio”. Esto es completamente incompatible, ya que hasta las peores dictaduras otorgan libertad de expresión para dar opiniones con las que el régimen está de acuerdo.
#3. Si ganamos es la voluntad del pueblo, si no es así, no nos representan
Si su partido gana las elecciones, se trata de la voluntad del pueblo que se debe respetar por el resto. Si el partido contrario las gana, no nos representan. Esta forma de interpretar la democracia no es un rasgo exclusivo del progresismo, pero sí son los progresistas los que reproducen hasta el paroxismo este comportamiento.
#4. Las mujeres son iguales que los hombres, pero necesitan cuotas reservadas como si fueran disminuidas
El progresista es un infatigable defensor de que la mujer tiene la misma capacidad que el hombre para hacer cualquier trabajo, pero a la vez que pide unos requisitos físicos menos exigentes (en las oposiciones para acceder a trabajos como policía o bombero) y plazas de trabajo reservadas para ellas (en trabajos cómodos y bien pagados, nunca en la mina o en la obra), metiéndolas por tanto en la misma categoría que los disminuidos físicos y psíquicos.
#5. Si la mujer consigue algo por sus propios méritos es que es superior, si no, es que está oprimida
Cuando las mujeres destacan en un determinado ámbito, el progresista no pone reparos en reconocer que es debido a que en ese campo son superiores a los hombres. Sin embargo, si en otro ámbito están subrepresentadas, culpan de ello a la opresión de los hombres sobre la mujer.
#6. Las razas no existen, pero el racismo sí
Para el progresista, todos somos iguales y las razas no existen, pero en cambio sí que creen que deba existir un delito que castigue la discriminación por motivos raciales. ¿Entonces, si no hay razas cómo se podría alegar discriminación racial? Esta pregunta tan sencilla no se les ha pasado por su progresista mente.
#7. El multiculturalismo es fuente de problemas en África pero en Europa es el objetivo a alcanzar
Según los progresistas, una de las principales causas de las constantes guerras en África está en el colonialismo, que fijó fronteras artificiales con escuadra y cartabón incluyendo así en un mismo Estado a diferentes tribus y etnias, lo que es causa de conflicto. Pero en Europa defienden que se haga lo mismo: meter a diferentes etnias bajo un mismo Estado mediante la inmigración, lo cual ellos mismos acaban de reconocer que es fuente de conflictos, aunque aquí al contrario que en África lo consideren algo positivo e incluso necesario.
#8. Hablar de superioridad racial de otras razas está bien, si es de la propia, es racismo
Para un progresista, no supone ningún problema hablar de la superioridad física de los negros y no perder ocasión en mencionar, de una forma muy homosexual, el tamaño de su pene. Pero ese mismo progresista, si escucha a alguien hablando de la superioridad intelectual de los blancos, no tardará en acusarle de racista. Este mismo doble rasero se aplica a los grupos supremacistas según la raza a la que pertenezcan, si es supremacista blanco se le considerará una banda criminal que debe ser ilegalizada, mientras que si es supremacista negro se dirá que son luchadores contra la discriminación y por sus derechos, o como poco se les intentará disculpar en base a la supuesta discriminación y falta de integración que sufren.
#9. No quiero vallas en Melilla pero sí en mi casa
El progresista considera la existencia de fronteras vigiladas y protegidas (si no no serían fronteras) una aberración en contra de los Derechos Humanos, mientras vive en una casa con cerradura, barrotes, alarma y perro, o vigilante de seguridad si puede permitírselo.
#10. Todas las identidades etnoculturales del mundo deben ser preservadas menos la mía
El progre es defensor acérrimo de las culturas del mundo, que deben de ser respetadas y preservadas, con la única excepción de la suya propia, que es algo carca, paleto y atrasado que debe desaparecer borrada por los vientos de la globalización. Los indígenas amazónicos tienen todo el derecho del mundo a mantener su demografía, cultura, costumbres y tierra, pero los europeos no pueden mantener las suyas.
#11. Todas las religiones deben ser respetadas menos el cristianismo
El mismo progre que se escandaliza cuando ve un crucifijo en una clase de colegio y pide la religión (cristiana) fuera de las escuelas, no tiene problemas en aceptar demandas de los musulmanes como servir comida halal en el comedor escolar, poder llevar el velo o incluso clases de religión islámica. Son sus costumbres y hay que respetarlas.
#12. Tuitear mi oposición al saqueo de las multinacionales desde un Iphone
El progresista dice estar en contra de las multinacionales y del saqueo del Tercer Mundo, pero no tiene problemas en usar y consumir compulsivamente sus productos como Twitter, Facebook, Apple, ropa y productos agrícolas como piña o chocolate, sin entender que esas multinacionales no existirían si no tuviesen consumidores como él. Tampoco se molesta en comprobar que lo que consume no haya sido recolectado por niños esclavos.
#13. Americanizado anti-americano
El progresista suele declararse anti-EEUU, sin darse cuenta de que él mismo está culturalmente americanizado, empezando porque el propio progresismo tiene su origen en universidades de EEUU y está íntimamente ligado a la influencia americana en el mundo, y siguiendo con la música que escucha, la moda según la que viste y las palabras en inglés que escribe en Facebook o Twitter, entre otros.
#14. En contra de los ricos (excepto si me caen bien o soy yo)
El progresista detesta a “los ricos”, sin embargo nunca define a partir de qué patrimonio se es entra a formar parte de ese club de Señores Burns, no sea que él entre en esa categoría (algo bastante común). Cuando el rico en cuestión es progresista, algo también bastante común, independientemente de los yates y pisos que tenga deja de formar parte de ese grupo y cualquier crítica hacia él será respondida con palabras como “envidioso” y cualquier acusación de delito fiscal será considerada un “ataque a su persona”. Así tenemos a gente como el especulador George Soros, progresista y una de las personas más ricas del mundo, el difunto Hugo Chávez, que llegó a amasar una riqueza extraordinaria en el gobierno, o a escala local, el Gran Wyoming con sus 15 pisos en Madrid y Juan Carlos Monedero, evasor de impuestos con una fortuna que le sitúa en el 1% de los más ricos del mundo mientras habla de establecer salarios máximos.
#15. Elitistas que van de obreristas
Como consecuencia de su poso ideológico marxista, el progre tiene mitificada a la clase trabajadora, de la que cree ser su defensor a la que inconscientemente desprecia y ningunea desde su torre de marfil de clase alta. Llama “canis” a los obreros, los acusa de ser xenófobos, incultos y atrasados, a la vez que defiende medidas que les perjudican directamente como la inmigración masiva y luego se extraña porque no voten a sus partidos ni traguen con sus dogmas. Esto no es más que clasismo puro y duro, ya que el progresista rara vez pertenece a la clase obrera.
#16. Tolerancia hacia el intolerable
El progresista se congratula de ser “intolerante contra la intolerancia”, cuando en realidad es tolerante hacia el intolerable. El delincuente multireincidente, el inmigrante ilegal y todo tipo de lumpen indeseado en la mayor parte del mundo pasan a ser el ojito derecho del progresista, que no los ve como culpables sino como víctimas de la sociedad y quiere darles todo tipo de facilidades (con tu dinero) para “reinsertarles”.
#17. Doble rasero hacia el crimen
Si un neonazi apuñala a alguien, es un criminal (obviamente) pero si alguien con una camisa del Che lo hace, es un luchador por la libertad. También vale en caso de evasión fiscal, claro: si Pujol lo hace es un ladrón, si Monedero lo hace es porque el dinero es necesario para salvar al PUEBLO de la opresión.
#18. Los judíos y los árabes
Los judíos son malísimos porque están en guerra con los palestinos. Pero son buenísimos porque los alemanes los masacraron en los años 40. Pero los palestinos son árabes musulmanes y oprimen a la mujer, que no debe de estar oprimida. Y los judíos no oprimen a la mujer. Entonces…ehm ehm…
#19. La extrema derecha y la extrema izquierda
La libertad de expresión es para todos menos para la extrema derecha porque no es democrática. Los comunistas aspiran a un estado totalitario, pero estos sí son democráticos si la gente lo elige. Si alguien de extrema izquierda la monta, es por miedo insuperable, porque son “antifascistas”, luchadores por la justicia social, comprometidos y reivindicativos. Aunque sus métodos pueden estar equivocados. Si lo hace alguien de extrema derecha es por odio y por ansia asesina. A la gente de extrema izquierda o de minorías hay que integrarlos, a los de extrema derecha hay que encerrarles para siempre
#20. TODO es opinable…menos lo que no es opinable.
Para el progresista, no existen ni la verdad ni la mentira, ni la moral, ni la ética, pues “todo es discutible” o “todo es relativo” Ahora bien, temas como la “indiscutible” igualdad natural entre hombres y mujeres o la no-existencia de las razas no son temas sobre los que se pueda disentir; tales afirmaciones son verdad y punto, y el que no los acepta, es un nazi, un homófobo, un retrógrado, etc, etc…
Y para ser el mejor de los mejores…
#21. Derechos humanos
Todos tenemos derechos por ser humanos, pero los malos (machistas, racistas, xenófobos, fascistas y demás) tienen menos derechos a pesar de ser humanos.
#1. El rebelde obediente
El progresista cree ser un revolucionario y un opositor al Sistema, sin ser consciente de que los valores progresistas que defiende ya se difunden por los medios de masas, las universidades, todo el sistema educativo, la propaganda estatal, la UE, la ONU, todo tipo de ONGs con subvenciones millonarias…de hecho, en primer lugar esa es la razón por la que él mismo es progresista. Si hubiera nacido en la Alemania nazi sería el primero en alzar el brazo. Si se opone al Sistema, lo hace simplemente para pedirle doble ración del mismo.
#2. Libertad de expresión sí, pero solo para nosotros
El progresista siempre se presentará como defensor a ultranza de la libertad de expresión, sin embargo, solo para los puntos de vista que él considere tolerables y cuando no lo son, entonces pide que sean perseguidos como “delitos de odio”. Esto es completamente incompatible, ya que hasta las peores dictaduras otorgan libertad de expresión para dar opiniones con las que el régimen está de acuerdo.
#3. Si ganamos es la voluntad del pueblo, si no es así, no nos representan
Si su partido gana las elecciones, se trata de la voluntad del pueblo que se debe respetar por el resto. Si el partido contrario las gana, no nos representan. Esta forma de interpretar la democracia no es un rasgo exclusivo del progresismo, pero sí son los progresistas los que reproducen hasta el paroxismo este comportamiento.
#4. Las mujeres son iguales que los hombres, pero necesitan cuotas reservadas como si fueran disminuidas
El progresista es un infatigable defensor de que la mujer tiene la misma capacidad que el hombre para hacer cualquier trabajo, pero a la vez que pide unos requisitos físicos menos exigentes (en las oposiciones para acceder a trabajos como policía o bombero) y plazas de trabajo reservadas para ellas (en trabajos cómodos y bien pagados, nunca en la mina o en la obra), metiéndolas por tanto en la misma categoría que los disminuidos físicos y psíquicos.
#5. Si la mujer consigue algo por sus propios méritos es que es superior, si no, es que está oprimida
Cuando las mujeres destacan en un determinado ámbito, el progresista no pone reparos en reconocer que es debido a que en ese campo son superiores a los hombres. Sin embargo, si en otro ámbito están subrepresentadas, culpan de ello a la opresión de los hombres sobre la mujer.
#6. Las razas no existen, pero el racismo sí
Para el progresista, todos somos iguales y las razas no existen, pero en cambio sí que creen que deba existir un delito que castigue la discriminación por motivos raciales. ¿Entonces, si no hay razas cómo se podría alegar discriminación racial? Esta pregunta tan sencilla no se les ha pasado por su progresista mente.
#7. El multiculturalismo es fuente de problemas en África pero en Europa es el objetivo a alcanzar
Según los progresistas, una de las principales causas de las constantes guerras en África está en el colonialismo, que fijó fronteras artificiales con escuadra y cartabón incluyendo así en un mismo Estado a diferentes tribus y etnias, lo que es causa de conflicto. Pero en Europa defienden que se haga lo mismo: meter a diferentes etnias bajo un mismo Estado mediante la inmigración, lo cual ellos mismos acaban de reconocer que es fuente de conflictos, aunque aquí al contrario que en África lo consideren algo positivo e incluso necesario.
#8. Hablar de superioridad racial de otras razas está bien, si es de la propia, es racismo
Para un progresista, no supone ningún problema hablar de la superioridad física de los negros y no perder ocasión en mencionar, de una forma muy homosexual, el tamaño de su pene. Pero ese mismo progresista, si escucha a alguien hablando de la superioridad intelectual de los blancos, no tardará en acusarle de racista. Este mismo doble rasero se aplica a los grupos supremacistas según la raza a la que pertenezcan, si es supremacista blanco se le considerará una banda criminal que debe ser ilegalizada, mientras que si es supremacista negro se dirá que son luchadores contra la discriminación y por sus derechos, o como poco se les intentará disculpar en base a la supuesta discriminación y falta de integración que sufren.
#9. No quiero vallas en Melilla pero sí en mi casa
El progresista considera la existencia de fronteras vigiladas y protegidas (si no no serían fronteras) una aberración en contra de los Derechos Humanos, mientras vive en una casa con cerradura, barrotes, alarma y perro, o vigilante de seguridad si puede permitírselo.
#10. Todas las identidades etnoculturales del mundo deben ser preservadas menos la mía
El progre es defensor acérrimo de las culturas del mundo, que deben de ser respetadas y preservadas, con la única excepción de la suya propia, que es algo carca, paleto y atrasado que debe desaparecer borrada por los vientos de la globalización. Los indígenas amazónicos tienen todo el derecho del mundo a mantener su demografía, cultura, costumbres y tierra, pero los europeos no pueden mantener las suyas.
#11. Todas las religiones deben ser respetadas menos el cristianismo
El mismo progre que se escandaliza cuando ve un crucifijo en una clase de colegio y pide la religión (cristiana) fuera de las escuelas, no tiene problemas en aceptar demandas de los musulmanes como servir comida halal en el comedor escolar, poder llevar el velo o incluso clases de religión islámica. Son sus costumbres y hay que respetarlas.
#12. Tuitear mi oposición al saqueo de las multinacionales desde un Iphone
El progresista dice estar en contra de las multinacionales y del saqueo del Tercer Mundo, pero no tiene problemas en usar y consumir compulsivamente sus productos como Twitter, Facebook, Apple, ropa y productos agrícolas como piña o chocolate, sin entender que esas multinacionales no existirían si no tuviesen consumidores como él. Tampoco se molesta en comprobar que lo que consume no haya sido recolectado por niños esclavos.
#13. Americanizado anti-americano
El progresista suele declararse anti-EEUU, sin darse cuenta de que él mismo está culturalmente americanizado, empezando porque el propio progresismo tiene su origen en universidades de EEUU y está íntimamente ligado a la influencia americana en el mundo, y siguiendo con la música que escucha, la moda según la que viste y las palabras en inglés que escribe en Facebook o Twitter, entre otros.
#14. En contra de los ricos (excepto si me caen bien o soy yo)
El progresista detesta a “los ricos”, sin embargo nunca define a partir de qué patrimonio se es entra a formar parte de ese club de Señores Burns, no sea que él entre en esa categoría (algo bastante común). Cuando el rico en cuestión es progresista, algo también bastante común, independientemente de los yates y pisos que tenga deja de formar parte de ese grupo y cualquier crítica hacia él será respondida con palabras como “envidioso” y cualquier acusación de delito fiscal será considerada un “ataque a su persona”. Así tenemos a gente como el especulador George Soros, progresista y una de las personas más ricas del mundo, el difunto Hugo Chávez, que llegó a amasar una riqueza extraordinaria en el gobierno, o a escala local, el Gran Wyoming con sus 15 pisos en Madrid y Juan Carlos Monedero, evasor de impuestos con una fortuna que le sitúa en el 1% de los más ricos del mundo mientras habla de establecer salarios máximos.
#15. Elitistas que van de obreristas
Como consecuencia de su poso ideológico marxista, el progre tiene mitificada a la clase trabajadora, de la que cree ser su defensor a la que inconscientemente desprecia y ningunea desde su torre de marfil de clase alta. Llama “canis” a los obreros, los acusa de ser xenófobos, incultos y atrasados, a la vez que defiende medidas que les perjudican directamente como la inmigración masiva y luego se extraña porque no voten a sus partidos ni traguen con sus dogmas. Esto no es más que clasismo puro y duro, ya que el progresista rara vez pertenece a la clase obrera.
#16. Tolerancia hacia el intolerable
El progresista se congratula de ser “intolerante contra la intolerancia”, cuando en realidad es tolerante hacia el intolerable. El delincuente multireincidente, el inmigrante ilegal y todo tipo de lumpen indeseado en la mayor parte del mundo pasan a ser el ojito derecho del progresista, que no los ve como culpables sino como víctimas de la sociedad y quiere darles todo tipo de facilidades (con tu dinero) para “reinsertarles”.
#17. Doble rasero hacia el crimen
Si un neonazi apuñala a alguien, es un criminal (obviamente) pero si alguien con una camisa del Che lo hace, es un luchador por la libertad. También vale en caso de evasión fiscal, claro: si Pujol lo hace es un ladrón, si Monedero lo hace es porque el dinero es necesario para salvar al PUEBLO de la opresión.
#18. Los judíos y los árabes
Los judíos son malísimos porque están en guerra con los palestinos. Pero son buenísimos porque los alemanes los masacraron en los años 40. Pero los palestinos son árabes musulmanes y oprimen a la mujer, que no debe de estar oprimida. Y los judíos no oprimen a la mujer. Entonces…ehm ehm…
#19. La extrema derecha y la extrema izquierda
La libertad de expresión es para todos menos para la extrema derecha porque no es democrática. Los comunistas aspiran a un estado totalitario, pero estos sí son democráticos si la gente lo elige. Si alguien de extrema izquierda la monta, es por miedo insuperable, porque son “antifascistas”, luchadores por la justicia social, comprometidos y reivindicativos. Aunque sus métodos pueden estar equivocados. Si lo hace alguien de extrema derecha es por odio y por ansia asesina. A la gente de extrema izquierda o de minorías hay que integrarlos, a los de extrema derecha hay que encerrarles para siempre
#20. TODO es opinable…menos lo que no es opinable.
Para el progresista, no existen ni la verdad ni la mentira, ni la moral, ni la ética, pues “todo es discutible” o “todo es relativo” Ahora bien, temas como la “indiscutible” igualdad natural entre hombres y mujeres o la no-existencia de las razas no son temas sobre los que se pueda disentir; tales afirmaciones son verdad y punto, y el que no los acepta, es un nazi, un homófobo, un retrógrado, etc, etc…
Y para ser el mejor de los mejores…
#21. Derechos humanos
Todos tenemos derechos por ser humanos, pero los malos (machistas, racistas, xenófobos, fascistas y demás) tienen menos derechos a pesar de ser humanos.
Los hipócritas
Nos hemos acostumbrado a lo rastrero, con ese relativismo que hasta cuestionó nuestra identidad como país cuando gobernaba el nefasto Zapatero.
La ingenuidad es uno de los pecados que esta democracia nuestra ha desarrollado en la ciudadanía, mientras unos pocos avispados se encargaban de suplirla con una buena dosis de cinismo político e hipocresía social. Muchos son los listos que se han criado bajo las sombras acomodaticias del proselitismo y han afianzado posiciones de ventajismo previendo las halagüeñas disposiciones que conlleva la res pública. Así, durante décadas de esta democracia que se mostró eficaz en tanto conviniese a las minorías que guiaban aborregados mansurrones, nos hemos plantado en esta España donde la política tabernaria de múltiples intereses prepondera por encima de las necesidades sociales e institucionales. Y no es casualidad que hoy sea zancadilleada la voluntad popular impidiendo una formación de Gobierno. Tal cual los parásitos depredadores esperan a que el rey de la selva termine su banquete, demasiados esperan a picotear los restos.
El león en España es su resignada gente que regresó a las urnas en segunda ocasión para intentar dirimir la situación que nefastos representantes políticos son incapaces de arreglar. Aunque los buitres y las hienas son secundarios, esperan a obtener la pieza entera que brinda el trabajo hecho por otros. Del mismo modo actúan PSOE y PODEMOS aguardando a que sea inviable una investidura de Rajoy para justificar la formación de un gobierno-lo dicen progresista, tal cual lo es el chavismo en Venezuela que en España nadie ha legitimado.
El erario público es la barra libre de estos caraduras que deberían estar al servicio del pueblo bajo el yugo de la carestía y el altruismo sacrificado; pero claro, de ser así no habría clase política sino gestores honrados sin el motor de la ambición insaciable. Gestores como no son Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias a la espera de una pirueta de toco mocho político para encaramarse como monos al árbol de la presidencia española. ¿Eso es política ? Sí, en su más puro instinto de estafa sin disimulo, sin duda.
Obstaculizar una gobernabilidad expresada por una mayoría de votantes no es cuestión de estrategias, sino las consecuencias de institucionalizar ese carácter sinvergüenza y generalizado que el tiempo ha forjado durante generaciones.
Poco importan los perjuicios causados contra las gentes desgobernadas, porque esa desintegración moral y ética demostrada es conveniente para la desvalorización de la identidad y de los valores históricos de nuestro país. Gente sin lugar ni voluntad, dispuesta a pagar impuestos sin protestar. Así nos quieren dirigidos por codicias personales y proselitistas.
Solo en España es posible un espectáculo tan patético e incoherente demostrando un todo vale sin sentido del ridículo. Con las ambiciones particularistas de partidos políticos que pretende desbancar una voluntad popular, se fragiliza un país para devorarlo sin resistencias y abismarlo en el relativismo que hoy hace posible una desintegración nada casual de una identidad española múltiplemente amenazada. Se aspira a convertir una unidad vital en el insano oportunismo de los reinos de Taifas; las intenciones históricamente repetidas que suelen desembocar en una convulsión acrecentada con desastrosas consecuencias.
Sánchez e Iglesias son ante todo egocéntricos, sumisos a las inspiraciones de la vanidad e instruidos para alcanzar los propósitos que históricamente avasallaron los derechos civiles de muchos países bajo el yugo de las autocracias. Son germen de un mal mayor, proclives a la necedad y al endiosamiento. Precursores de la desintegración histórica que tanto daño ha hecho a la voluntad constructiva de la humanidad pese a las muchas adversidades sufridas. Advertirlo no está demás. Se aliarán con lo que sea y a conveniencia.
No aprendemos. Siempre lo que implica insolidaridad acaba siendo demolido por la codicia y el intrínseco carácter de las ambiciones sin freno. Primero aspirando al todo para desgranarlo en partes y luego terminando por devorar las partes escindidas del todo. En esta España decadente no hay otro interés que la vanidosa concurrencia de la ambición y la exclusión en cuantos instigan para desorganizar en busca de otros órdenes previsiblemente desastrosos.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias callan ladinamente y dejan que el rival político se consuma con los vanos intentos de que se posibilite una investidura. Parece que no se cruzan saludo por la calle, pero follan en la misma cama. A escondidas, con la prudencia silenciosa del buitre que ronda el banquete volando en círculos antes de aterrizar. Avisando al resto de que hay suficiente para picotear. Aunándose con las hienas en incómoda compañía pero pacificados los unos y las otras con la expectativa de llevarse su parte. Así es la relación exitosa de los oportunistas, de los amantes prohibidos, de la parasitación a expensas de un país consumido.
Con Sánchez e Iglesias sexo y parasitación se unifican en una misma intención escabrosa, desviada. Callados placenteramente, con los picos y los colmillos prestos para hincar en el poder las ganas de nutrición personal, devorando una sociedad presa de proselitismo enfermo; son estos dos secuelas de un crecimiento democrático con raíces ponzoñosas y que hoy demuestran lo retorcido que nos creció el árbol.
Hoy en día las urnas posibilitan, por la insana moral extendida sin vergüenza, que políticos fracasados manguen la gobernabilidad de un país. Juego sucio y depredador, cierto. Pero ya se sabe que en la cama todo está permitido con el consentimiento de dos. Son esas permisivas aberraciones con politicastros de turno que si se salen con la suya terminarán dando a todo, disculpen la expresión, por saco. Puro masoquismo, consentido, de esta democracia nuestra tan mal aprendida.
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