viernes, 22 de abril de 2016

El gran legado de Prince

Prince y su increíble legado en la cultura popular


La música acaba de sufrir otro duro golpe con la muerte de Prince. Uno de los más grandes músicos de nuestra era, Prince tuvo una muy exitosa carrera y fue un auténtico innovador con un estilo completamente propio, que le convirtió también en una de las figuras más enigmáticas en la industria de la música: un artista en toda la extensión de la palabra.
De nombre real Prince Rogers Nelson, comenzó su carrera a finales de los años setenta,  explorando un amplio rango de  ritmos y estilos durante su carrera,  combinando rock con R&B, soul, funk, psicodelia, hip-hop, jazz y pop, lo que le dio un sonido muy distintivo.
Además de ser un cantante con un particular timbre de voz, Prince fue uno de los más prominentes multi-instrumentistas en la historia de la música y, aunque no se sabe a ciencia cierta cuantos instrumentos podía tocar. se dice que todos los 27 instrumentos de su álbum debut fueron tocados por él.
Su discografía es muy extensa e incluye varios álbumes que son considerados clásicos como Dirty Mind, 1999, Parades y Sign O’ the Times.
También se recuerda su extravagante presencia escénica y fue muy influyente en el mundo de la moda.
Mención a parte merecen las ocasiones en que Prince cambió su nombre. La primera de ellas fue con un pleito legal que tuvo con Warner Bros. por el lanzamiento de su álbum The Gold Experience debido a cuestiones sobre el control artístico de su obra. Debido a eso, Prince decidió cambiar su nombre a este símbolo:
prince-logo
A este símbolo también se le conoce como ‘The Love Symbol’ y fue el nombre de su siguiente álbum. Hizo esto para poder salir de su contrato discográfico.
También durante un tiempo fue conocido como ‘The Artist Formerly Known as Prince’ y otros seudónimos que fueron usados cuando escribió canciones para otros artistas, est0s son algunos de esos alias: Jamie Starr, Joey Coco, Paisley Park, Alexander Nevermind y Christopher.
Fue uno de los primeros artistas en luchar por los derechos de los músicos, abriendo la puerta al movimiento independiente,  luchando una y otra vez contra su compañía discográfica por el control de su obra, e  incluso en alguna ocasión se escribió la palabra “esclavo” en el rostro para protestar por no ser el dueño de su obra.
Además de la música, Prince tuvo varias apariciones en cine y televisión, incluyendo una película protagonizada por él llamada ‘Purple Rain’. Aún cuando la película no fue muy del agrado de la crítica (de hecho, fue nominada a un par de Razzies), fue un éxito de taquilla, sin mencionar que su soundtrack es considerado como uno de los mejores discos de la historia y fue ganador de un premio Oscar.
No fue lo único que hizo en el cine y también dirigió y protagonizó tres películas: Under the Cherry Moon (1986), Sign o’ the Times (1987) y Graffiti Bridge (1990) e hizo la música de las películas Batman de Tim Burton y algunas canciones para la película Girl 6.
También son memorables sus apariciones en Muppets Tonight y New Girl:
Antes de su muerte, Prince anunció la publicación de su libro autobiográfico titulado “The Beautiful Ones”  que sería editada en el 2017 por la editorial Spiegel & Grau, aunque hasta el momento se desconoce cuál es el estado de dicha obra, más allá de la promesa de que “Prince llevará a los lectores a un viaje poético poco convencional a través de su vida y su trabajo creativo”.
Apenas la semana pasada, reportamos que el avión que trasladaba al artista tuvo que aterrizar de emergencia en Illinois, para que Prince fuera hospitalizado inmediatamente, se presume, por influenza.  Sin embargo, el legendario músico salió del hospital y ofreció un par de conciertos en Atlanta, en donde declaró que “tendriamos que esperar un poco más para levantar nuestras oraciones por él”.
Prince deja un legado increíble e inmortal en diferentes ramas del arte. Sin duda se le va a extrañar. Descanse en paz.
T

domingo, 3 de abril de 2016

La BELENEsTEBANIZACION

LA BELENEsTEBANIZACION DE LA POLITICA ESPAÑOLA

De la vieja política los españoles lo hemos experimentado todo, nos hemos quedado en la memoria especialmente con lo malo, claro, es condición humana. Es nombrar la política de siempre y enseguida nos viene a la cabeza una serie de latrocinios cometidos en nombre del pueblo. Echamos la vista atrás y es imposible recordar cuándo, cómo y con quién empezó todo, pero llevábamos décadas sin que nadie haya puesto remedio.
Así que aunque tarde el pueblo una vez se hartó y votó renovación. Y Podemos llegó al Parlamento y a los ayuntamientos, incluidos algunos importantes. Había que cambiar tanta basura, había que cambiar a los políticos que o nos habían estafado o no habían hecho nada por evitarlo. No valían, estábamos en crisis y en buena medida nos la había creado ellos con su felonía.
Así que aunque tarde el pueblo una vez se hartó y votó renovación. Y Podemos llegó al poder, digo. Y todos esperamos la renovación, esperamos la alegría del cambio, todos los políticos se apuntan al cambio. Todos quieren cambiarlo todo. Podemos era cambio y un cambio promovido por los políticos que nada habían querido que cambiase. Su inacción contra el asalto del dinero público, su indiferencia mientras a los demás nos bajaban el sueldo, nos despedían o nos desahuciaban fueron las principales de los cinco millones de votos de Podemos.
A los votantes no les importó saber que eran comunistas, los mismos comunistas de Cuba, Venezuela y la extinta URSS. No les importó que fuesen financiados por países extranjeros tan democráticos como Irán. Querían los votantes caras nuevas, acciones nuevas, políticas nuevas.
Y la política nueva ha consistido en llevarse al bebé a las Cortes; en orinar en las calles, en ir mal vestido para ver al rey, (no, nunca, jamás para ir a ver a los amiguetes progres a la gala del cine), en permitir que los manteros inunden metros, calles y plazuelas; la nueva política ha consistido en elevar a lo sagrado la cotidianidad de Belén Esteban, en bendecir la ordinariez y vulgaridad en el vestir y en las actitudes, como si vestir convencionalmente, como si andar con normalidad, como si asearse habitualmente tuviese alguna relación con los señores engominados y encorbatados que nos robaban.
La nueva política ha consistido en desacreditar cualquier acto que tuviese, aún de lejos, una relación con la religión, como la cabalgata de reyes, en permitir la exposición sacrílega de Pamplona, en desairar las procesiones de Semana Santa (eso sí, acudiendo con mamá del brazo). La nueva política ha consistido en aplaudir los escraches (qué palabra más horrible, ¿no tenemos otra más castellana y más eufónica?) si son contra los miembros de la vieja política pero en considerarlos antidemocráticos si son contra los nuevos políticos y su nueva política.
La nueva política pasa también por situaciones incomprensibles en cualquier parte del Europa. O de américa o Ocenaía o Asia. ¿Se imaginan ustedes alguna nación en la que los votantes de todas las regiones (llámenlo “estados federales”, “provincias” o “regiones”) apoyen la posibilidad de independencia de una de ellas? Insisto: Votantes de todas las partes del estado
La nueva política ha consistido en desacreditar al sistema judicial si este dictamina contra un concejal agresivo, faltón y violento. Y en explicar lo angelical que resulta oponerse por métodos violentos… a la vieja política. La nueva política consiste también en fomentar lo feo, lo chabacano, lo vulgar, lo ordinario, lo inelegante, lo basto, lo soez, que para los nuevos políticos debe ser el colmo del progresismo y de la modernidad. Buscan equiparar la modernidad con lo pedestre, quieren belenestebanizar España y convertirnos en una nación (aunque “el concepto de nación es discutido y discutible”) sanchopancesca, rufianesca y encanallada, burlas a las víctimas de Alcácer, al holocausto y a las víctimas de ETA incluídas.
Ante todo esto gran parte de los votantes callan y consienten, porque hay que apoyar a la nueva política, a los nuevos políticos y barrer a los viejos. Callan y consienten porque hay que cambiar España. Todo esto no les cuesta votos a los nuevos políticos. Pero la nueva política incluye también facetas viejas, atrasadas, obsoletas como los viejos políticos: colocar a los cuñados. Colocar a los maridos o a los hijos. Y eso es, queramos o no, vieja política.
Los votantes aceptan bolivarianismo, ordinariez y laicismo lacerante como animal de compañía. Sin rechistar. Pero ¿callarán también ante el viejo enchufismo de la nueva política? Callarán, callarán.