martes, 4 de julio de 2017

ESTUDIO SOBRE EL IMBECIL

Solo para inteligentes

Estudio del imbécil.

El estudio de los individuos imbéciles ha tenido poca discusión en el interior de las organizaciones, a pesar de que este tipo de personas existen a montones. Se las encuentra por todas partes, en las universidades, en las iglesias, en las empresas, en los sindicatos, en los partidos políticos; en fin, en cualquier lugar en que uno se encuentre. Poseen la característica de la ubicuidad. Como estas personas son muy dañinas para el desarrollo de las organizaciones y de la humanidad, es necesario reflexionar sobre ellas, a fin de conocerlas y poder combatirlas. Esto es un deber. Si los imbéciles entendieran lo dañino que son para la sociedad, ellos mismos se autoexiliarían y constituirían un mundo paralelo, el mundo de los imbéciles o, al menos, se pusieran un cartel que dijera: “yo soy imbécil, aléjense de mi”, como los hombres – de El Apocalipsis – que tenían la marca de la bestia. Pero, como esto es imposible, los imbéciles no tienen la capacidad de autoconocerse y percibir el mal enorme que provoca su triste existencia y debido, además, que la naturaleza no es sentimental al crear estos seres, estamos condenados a vivir con ellos y peor aún si la teoría del eterno de retorno, que defiende Nietzsche, es cierta; por lo tanto, debemos conocerlos, identificarlos y hacerles frente. Su perversidad y odio son de tal magnitud que derraman cicuta por todos lados, cuando son ellos los que deberían consumirla. Por eso, lo menos que podemos hacer es alejarnos porque son una ofensa a las mentes íntegras y brillantes; aunque es difícil hacerlo porque siempre andan en la búsqueda de las personas inteligentes, puesto que estos últimos constituyen un peligro para ellos. Son como los dictadores criminales. La historia de éstos, como es el caso de Hitler, plantea que muy pocas veces se detienen ellos solos, es necesario que alguien los detenga. Y para hacerlo, habrá que conocerlos.
Los imbéciles son como un barril repleto de estiércol, con muchos agujeros, que viene rodando en una pendiente y salpicando a los individuos que encuentran a su paso. Se parecen al pantano, que encierra podredumbre; por eso, entre más lejos estén, mejor y, como son muchos, constituyen una enorme masa amorfa; recordemos que entre los cuerpos funciona la ley de la Gravedad.
Debemos estar lejos y muy alto de ellos para no escuchar sus voces maldicientes: “Es preciso estar entrenado en vivir en las montañas, – afirmaba Nietzsche – en ver por debajo de uno mismo la mezquina charlatanería actual de la política y el egoísmo de los pueblos "
Los imbéciles y mediocres odian a las personas brillantes y pasan toda su triste vida buscando la forma de hacerles daño. Por eso, es imprescindible identificar sus características y su forma de actuar porque éstos siempre ven como enemigos a las mentes brillantes, a los honestos a quienes atacan sin piedad con intención de destruirlos, aunque para ello tengan que destruirse ellos mismos. Son unos verdaderos kamicazes. Es verdad que los imbéciles y mediocres son dañinos en todo lugar, hasta en su hogar; sin embargo, son más dañinos en instituciones en las que se dedican a la enseñanza, porque allí se están formando nuestros jóvenes, la generación de relevo. Imagínese usted, un profesor con mente imbécil y mediocre frente a jóvenes con mente brillante.
¡Qué terrible paradoja! La importancia de abordar el tema de la imbecilidad es grande. Estos elevan enormemente los costos en las empresas y más aún los costos sociales en las organizaciones y atentan contra la estabilidad emocional de las personas.
Habrá, entonces, que conocerlos y conocerlos bien. Los imbéciles y mediocres que hay en este país son los peores que existen. Aunque por lo general, el mediocre y el imbécil de nuestro país se identifica fácilmente por su inmensa soberbia y, además, muchos se empecinan en serlo, existen algunos que no es muy fácil su identificación. Estos son los más peligrosos. El conocimiento de ellos hará más fácil la estrategia a emplear y, por lo tanto, los procesos de desarrollo personal y grupal fluirán con mayor dinamismo.
Cuando la mayoría de la población es imbécil, en un sistema democrático las mayorías arremeten contra los no imbéciles y éstos se encuentran desprotegidos. Aristóteles era un fiel defensor de la racionalidad y de la democracia; sin embargo, advertía que cuando la población estaba conformada, en su mayoría, por individuos infames y malvados, la democracia deviene en una forma de gobierno no muy recomendable.
En un sentido más moderno, el imbécil es una desviación seria del comportamiento racional y adaptable. Es decir, el imbécil adopta siempre un comportamiento estúpido. La imbecilidad tiene implicaciones cognitivas y morales. La gente inteligente puede comportarse ocasionalmente como estúpida; es decir, como imbécil; pero, el imbécil está inhabilitado permanentemente para comportarse como una persona inteligente.

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